18.1.11

Circunstancial

A veces pienso, ¿Por qué las circuntancias modifican tanto las cosas? todo sería mucho más sencillo y vivir seía mucho más agradable si prevalecieran por sobre todas las cosas los sentimientos sinceros

Ahora que acabo de leer lo que escribí, me parece algo inmaduro e irresponsable vivir así. Tenemos que adaptarnos a las circunancias, no queda otra, sino somos locos y sería un auténtico anarquismo y una mentira vivir así, pero de todas maneras, en la mayoría de los casos sería lindo.

Y también lo sería en mi caso de terrible enamorada cuando las circuntancias eran más que evidentes.
No olvidé tus palabras, aunque lo más probable sea que sólo me las hayas dicho para subirme el ánimo.

Ahor alo que escribí tiene un sentido, aunque las circuntancias no me permitan expresarlo libremente.

17.1.11

"La vida es extraña. Cuando eres niño no pasa el tiempo, y de pronto un día, tienes 50 años. Y lo que te queda de la niñez, cabe en una caja oxidada."

15.1.11

Back To December

Ayer me acordé de el, por esas cosas de la vida, después de tanto tiempo de no pensarlo. Parece que hubieran pasado mil años desde esas tardes juntos, esas salidas, esos chistes. Nuestra amistad inseparable surgida de la nada, tan repentina como breve. Esas pequeñas cosas que me hacían sentir de una manera u otra conectada a él, aunque creo que nunca se sintió de una manera especial conmigo. Ahora todo cambió, porque la vida te cambia, tiene actitudes que no comprendo, se encierra cada vez más en sí mismo...me cansé de tratar de entenderlo, de intentar de que pudiera expresar algo, depués de tantos intentod no tenía ni siquiera sentido tratar de comprenderlo.
Desde aquella vez en el tren que nos encontramos casualmente y parecías más animado que de costumbre no volví a tener una conversación cordial...

Creo que es más que notorio en mí que ya no siento lo mismo, pero ayer me acordé, de él y de lo que sentía en ese período, algo muy parecido al "amor" sin duda, demostrado por lágrimas y una carta que "Dios" sabe el Destino que tuvo...

Hasta siempre, pequeño flechazo errado, y con esta entrada me desprendo de tí.

12.1.11

El país de la geometría

Había una vez un amplio país blanco de papel. El Rey de este país era el Compás. ¿Por qué no?
El Compás. Aquí viene caminando con sus dos patitas flacas: una pincha y la otra no.
Jo jo jo jo jo, una pincha y la otra no.
El Rey Compás vivía en un gran palacio de cartulina en forma de icosaedro, con dieciocho ventanitas. Cualquiera de nosotros estaría contento en un palacio así, pero el Rey Compás no. Estaba siempre triste y preocupado.
Porque para ser feliz y rey completo le faltaba encontrar a la famosa Flor Redonda.

Jo jo jo jo jo, sin la Flor Redonda no.

El Rey Compás tenía un poderoso ejército de Rombos, una guardia de vistosos Triángulos, un escuadrón policial de forzudos Trapecios, un sindicato de elegantes Líneas Rectas, pero... le faltaba lo principal: ser dueño de la famosa Flor Redonda.
El Rey había plantado dos Verticales Paralelas en el patio, que le servían de atalaya. Las Paralelas crecían, crecían, crecían... Muchas veces el Rey trepaba a ellas para otear el horizonte y ver si alguien le traía la Flor, pero no.
Había mandado cientos de expediciones en su búsqueda y nadie había podido encontrarla.
Un día el Capitán de los Rombos le preguntó:
–¿Y para que sirve esa flor, señor Rey?
–¡Tonto, retonto! –tronó el Rey–. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor!
El Capitán Rombo, con miedo de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por el marco de la puerta.
Otro día el Comandante de los Triángulos le preguntó:
–Hemos recorrido todos los ángulos de la comarca sin encontrarla, señor Rey. Casi creemos que no existe. ¿Puedo preguntarle para qué sirve esa flor?
–¡Tonto, retonto! –tronó el Rey–. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor! El Comandante de los Triángulos, temeroso de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por una de las dieciocho ventanas del palacio.
Otra tarde la Secretaria del sindicato de Líneas Rectas se presentó ante el Rey y tuvo la imprudencia de decirle:
–¿No le gustaría conseguir otra cosa más útil, señor Rey? Porque al fin y al cabo, ¿para qué sirve una flor?
–¡Tonta, retonta! –tronó el Rey–. ¡Solamente las tontas retontas preguntan para qué sirve una flor! La pobre señorita Línea, temerosa de que el Rey la pinchara, se escurrió por un agujerito del piso.
Poco después llegaron los Trapecios, maltrechos y melancólicos después de una larga expedición.
–¿Y? ¿Encontraron a la Flor Redonda? –les preguntó el Rey, impaciente.
–Ni rastros, Majestad.
–¿Y qué diablos encontraron?
–Cubitos de hielo, tres dados, una regla y una cajita.
–¡Harrrto! ¡Estoy harrrto de ángulos y rectas y puntos! ¡Sois todos unos cuadrados! (Este insulto ofendió mucho a los Trapecios).
¡Estoy harrrto y amarrrgado! ¡Quiero encontrar a la famosa Flor Redonda!
Y todos tuvieron que corear la canción que ya era el himno de la comarca:

Sin la flor redonda no. Jo jo jo jo jo.
Los súbditos del Rey, para distraerlo, decidieron organizar un partido de fútbol. Las tribunas estaban llenas de Puntos alborotados. Los Rombos desafiaban a los Triángulos.
En fin, ganaron los Triángulos por 1 a 0 (mérito singular si se tiene en cuenta que la pelota era un cubo). El Capitán de los Rombos fue a llorar su derrota en un rincón.
El Comandante de los Triángulos, cansado y victorioso, se acercó al Rey:
–¿Y? ¿Le gustó el partido, Majestad?
–¡Bah, bah!... –dijo el Rey, distraído, siempre con su idea fija–. No perdamos tiempo con partidos; mañana salimos todos de expedición.
–¿Mañana? Pero estamos muy cansados, señor Rey. El partido duró siete horas; usted no sabe cómo cansa jugar con una pelota en forma de cubo. –Tonto, retonto, mañana partimos.
A la mañana tempranito el Rey pasó revista a sus tropas. Había decidido salir él mismo a la cabeza de la expedición. Rombos, Cuadrados, Triángulos, Trapecios y Líneas Rectas formaban fila, muertos de sueño y escoltados por unos cuantos Puntos enrolados como voluntarios.
Allá se van todos, en busca de la famosa, misteriosa y caprichosa Flor Redonda.
La expedición del Rey Compás atravesó páginas y cuadernos desolados, ríos de tinta china, espesas selvas de viruta de lápiz, cordilleras de gomas de borrar, buscando, siempre buscando a la dichosa flor.
Registraron todos los ángulos, todos los rincones, todos los vericuetos, bajo el viento, la lluvia, el granizo y la resolana.
–Me doy por vencido –dijo por fin el Rey. Quizás ustedes tenían razón y la dichosa Flor Redonda no exista. Quizá no eran tan retontos como yo pensaba. Volvamos a casita.
Cuando volvieron, el Rey se encerró en su cuarto, espantosamente triste y amargado.
Al rato entró la señora Línea a llevarle la sopita de tiza y se preocupó mucho al verlo tan triste. –Señor Rey –le dijo para consolarlo–, ¿no sabe usted que siempre es mejor cantar y bailar que amargarse?
Cuando la señorita Línea se hubo deslizado por debajo de la puerta, el Rey, que no era sordo a los consejos, dijo:
–Y bueno, probemos: la la la la... Y cantó y bailó un poquito.
Bailando, bailando, bailando, descubrió sorprendido que había dibujado una hermosa Flor Redonda sobre el piso de su cuarto. Y siguió bailando hasta dibujar flores y más flores redondas que pronto se convirtieron en un jardín.

Jo jo jo jo jo, y la Flor la dibujó.

María Elena Walsh
Y un día, la princesa buscó al sapo, pero él ya era feliz con su sapa .

9.1.11

Hiciste rebelde a la hija del hombre cuidadosamente descuidada
Eres la mejor cosa que jamás ha sido mía
.

8.1.11

"Incoherencias" Cotidianas

Ok, hoy fui a mi casa-casa. Me tiré un rato en la cama de mi vieja. Me puse crema en las piernas con una que encontré, tomé agua caliente de la heladera. Me quedé pensado sobre las cosas, los objetos, como cambian según la compañía, la casa no era el tema, el tema es quienes la ocupan.

En la estación, estaba sentada calmadamente con mi música cuando me enderezé y un perro aullóy me atacó el pie, que lo volví a estirar en reacción de respuesta. El perro no me molestó mas, curiosamente, juro por Dios que no lo había tocado. Cuantas pelean habré comenzado así, como el perro, siendo un ser pensante...

Ubiqué a mi persona junto a la de un señor rubio de ojos claros, algo excedido de peso, enfrente de un niño de características similares que lo llamaba papá. El nene en cuestión se dedicaba a preguntar una sarta de pelotudeces que no pude evitar escuchar a pesar de que tenía los auriculares, desde para qué hacen escaleras si las rampas de discapacitados salen más baratas hasta si había mucha diferencia entre los hospitales. Mi primera reacción (y reafirmo que nací como una vieja chota) fue la de pensar "qué pendejo hinchapelotas", pensamiento que se reflejaba en la cara del padre a pesar en que se esforzaba por contestar todo lo más simple posible, pero después me dio mucha ternura, primero porque recordé mis años de infancia en los que también, era muy curiosa y me gustaba preguntar todo sin importar cambiar tan radicalmente de tema o si el otro (dígase papá, mamá, abuela, etc) se había cansado de mis preguntas que, al fin y al cabo, terminaba olvidandosus respuestas rápidamente. Y ese nene me hizo pensar en mi prejuicio, lo que apenas pensé es que estaba bastante grande para hacer ese tipo de preguntas. Pero depués llegué a la conclusión : ¿Y QUE?

"Yo no entiendo a la gente que va a la cancha siempre, es ya como un trabajo, porque se deben aburrir de tanto ir"
Ojalá nunca crezca ese nene que hace preguntas, que no es conformista e insaciable en su búsqueda y crezca en un ser humano más curioso todavía, haciéndose preguntas cada vez más profundas. Ojalá no te conviertas en otro de nosotros, los cínicos que no nos interesan y vamos por ahí evitando las preguntas por molestia.

Quién sabe, a lo mejor termina siendo un nuevo Sócrates...o, más probable, pase a ser otro Principito anónimo, perdido en el tiempo...

1.1.11

Cliché, ¿y qué?


Brindo por todas las fichas que me cayeron en el 2010, y por las que me van a seguir cayendo.