5.2.11

Te conocía, mascarita

Aplausos. La función termina. Las madres más frías miran el reloj, las más comprometidas lloran desconsoladamente. Todas las caritas de esos púberes en proceso de descubrir lo que es el teatro se sonríen, satisfechos. Algunos se ruborizan al darse cuenta del público, otros buscan caritas conocidas entre ellos. Algo tienen en común: todos se sonríen ¿Mencioné que todos sonrién? Todos. Menos uno, pero nadie se percata de ello, de que hay una carita que no demuestra felicidad luego de ese pequeño momento de expresión primera. Aplaude con expresíon ida y melancólica. Busca a alguien ¿Será que no lo encuentra? En cualquier otro momento hubiera llamado la atención, pero ahí, entre toda la euforia de adolescentes felices y madres orgullosas nadie lo nota. Pero yo sí lo noto, ajena a todo eso, o más bien acostumbrada a esa parafernalia. El chico, en cuestión, tiene un aspecto lamentable que daría ganas de abrazarlo a cualquiera, da mucha pena. Pero a mí ya no me da pena. Me mira a los ojos y debe notar eso porque por un instante su gesto cambia a un alturismo sombrío...¿sorprendida? no, en absoluto. A pesar de su apariencia, con el gesto final adivino que es el que más aprendió de teatro, bah el que más sabe utilizar un recurso. Y en una función yo también aprendo. Juro que nadie hubiese notado que esa chica fría lloró a moco tendido al ver actuar a ese mismo chico.

2 comentarios:

  1. mi tierna hijaa!! saliste a tu madre... simplemente nos gusta descubrir, mirar, admirar y enamorarnos de eso que nadie ve. aveces son simples detalles de la vida cotidiana otras veces son evidencias, tan evidentes que pasan desapercibidas.
    We live in a beautiful world =)

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  2. Jajaja :) igual mi intención no era habalr de amor ni de cosas bellas, pero tenés un punto...

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